Disfrutar de los primeros rayos de la mañana bajo el voladizo de Finca Arminda y dejarse reconfortar por su generoso desayuno, es una inmejorable forma de comenzar el día. El centenario edificio se mantiene en un estado impecable y atesora una impresionante colección de muebles y objetos de época, traspasados de generación en generación. Su estructura pivota en torno a un patio central, alrededor del cual se disponen las habitaciones.
La propiedad se expande hacia unos frondosos jardines cuajados de flores, que incluyen dos piscinas (una para los adultos y otra para los más pequeños), además de un estilizado reloj solar. Y el conjunto está a su vez envuelto por una finca de plátanos que certifica, por así decirlo, la subtropicalidad del entorno.
Al caer la noche, llega el momento de disfrutar del cielo. En la zona de la piscina, un mural nos orienta sobre las constelaciones visibles en cada época del año. En el interior nos espera un rincón con libros, planisferios y documentación astronómica en general. Y además podremos solicitar el acceso a una tableta iPad, que incluye aplicaciones para interpretar el lienzo de estrellas que encontraremos desplegado sobre el horizonte.